domingo, 13 de julio de 2008

Capítulo 10



-¿Cómo?- pregunte patidifusa- no lo entiendo… ¿Renunciar al amor?
-Sí- sentenció Erika y Susan la siguió asintiendo con la cabeza- Yo es a la que más compadezco. Es de nosotras tres la que fue retenida contra su voluntad. Jonathan no la conocía; la secuestró su padre.
-Explícate Erika, por favor… ¿cómo que el padre de Jonathan la raptó?
-A ver- cogió aire- Megan es la mayor de todas nosotras- asentí- vivía en una aldea perdida de Gales. Era una campesina que se ganaba la vida con los telares. Se enamoró de un pastor de su tierra, nunca menciona su nombre. Se comprometieron y fue un matrimonio aceptado por todo el mundo.
-Y ¿Qué tiene que ver el padre de Jonathan en todo esto?
-Antes del día de la boda- prosiguió Susan- algo despertó a Megan, eran gritos. Se levantó y vio que su aldea también estaba siendo atacada- Erika cerró el puño con fuerza. Tuvo que haber recordado la masacre de su pueblo- pero esta vez por los vampiros. Trató de defenderse pero fue inútil, un vampiro se abalanzó obre ella. Era Lord Henry, líder de este clan y padre de Jonathan. Pero no pudo matarla, se quedó prendado con su belleza.- entonces lancé una mirada hacia Megan. Se encontraba sentada junto a la ventana de la sala. La luz que daba la ventana reflejaba en sus vidriosos ojos grises. Su pelo caoba largo y peinado en una larga trenza caía con gracia sobre su escote y pecho. Las marcas de cansancio y de largas noches llorando no restaban belleza; ganaban ternura. – pensó que era la candidata perfecta para Jonathan.
-pero ¿Ella no estaba prometida?- interrumpí
-sí, tú misma lo has dicho…estaba- dijo Erika- como te íbamos diciendo, Lord Henry se prendó se su belleza y quiso tenerla en la corte. Como el ya tenía la primera novia, y ya estaba muy mayor como para añadir una más al harén, creyó que estaría bien que fuera para su hijo. Ella por supuesto se negó, pero Lord Henry supo persuadirla muy bien…- hizo un breve silencio- le amenazó con matar a su prometido y al resto de aldeanos supervivientes. La pobre se sentía responsable de las vidas de toda esa gente y de su amado así que accedió a la petición de Lord Henry sin rechistar.- Quedé estupefacta. Un horrible sentimiento recorría todo mi cuerpo encendiéndome. Era rabia. ¿cómo podía haber gente tan despreciable e insensible por el mundo?
-¿Y Jonathan permitió que su padre hiciera semejante locura?- dije en bajo aunque sin reprimir mi furia- es increíble.
-¿Qué va a hacer él? No es el líder- explicó Susan- está bajo orden de su padre, y debe acatar y obedecer a sus deseos. Cuando acceda al puesto, Dios sabe lo que él hará.
-Sólo es un niño caprichoso que no puede contentarse con una mujer si no que necesita 4 para sentirse importante y tener donde elegir- dije de forma déspota- es repugnante.
-No creo que estés siendo justa. Podría habernos matado a todas.- prosiguió Susan- si él hubiera querido Megan estaría muerta, Erika no estaría aquí y a saber lo que estaría haciendo, yo habría muerto en aquel invernadero y tú…- se quedó pensativa- ¿tú por qué estás aquí?
-Eso me gustaría saber a mi…-dije molesta- pero Jonathan y yo vamos a tener más que palabras hoy…
En ese momento se abrieron las puertas y nos anunciaron que teníamos que pasar al gran comedor. Me quedé sentada en mi butaca mientras las otras tres jóvenes obedecían.
-¿No vienes Danielle?-preguntó Erika
-No yo me quedo aquí- respondí tajante- que os aproveche la cena. Susan y Erika se miraron, se encogieron de hombros y salieron por la puerta. Al rato me puse en pie y me fui a mi habitación. No pensaba compartir mi plato con ese asqueroso roba mujeres y destroza vidas. Me senté en la cama un rato, pero me aburrí y me desplacé hasta la ventana. Pude ver que había un hermoso jardín de flores preciosas, seguro que Susan se había encargado de ellas. Y al fondo un inmenso bosque que parecía no tener final.
-Es mi recinto privado de caza, el verdadero bosque está al otro lado del castillo- explicó una voz masculina pero dulce y suave. Era Jonathan que había entrado en mi habitación sin avisar.
-¿qué haces aquí?-dije antipáticamente- No quiero verte
-He visto que no has venido a comer- se puso las manos detrás de la espalda y caminó hacia mí- y quería saber que te pasaba para desobedecerme.
-Lo primero, quieto ahí y ni me toques y lo segundo es, que no quiero compartir mesa con alguien tan repulsivo como tú.
-En algún momento tendrás que comer…
-No sabes cuanto tiempo puedo pasar sin hacerlo…
-Más que yo seguro que no.
-¿Quieres apostar?- dije desafiante
-Tú puedes durar a lo sumo una semana sin comer. – hizo una pausa- después morirías; y yo sin embargo puedo prescindir del alimento por que por si no lo recuerdas…ya estoy muerto- me miró directamente- ¿Quién crees que duraría más tu o yo?

viernes, 4 de julio de 2008

Capítulo 9


-¿princesa de las amazonas?- dije elevando la voz en señal de sorpresa. Ella se giró y me miró, luego volvió a mirar a la ventana. Sus rasgos afilados, esos enormes ojos verdes, ese cabello rojo como el fuego despuntado, su rostro pecoso pero moreno por la luz del sol… era una belleza racial, no era propia de la Corte.
- Sí, era la líder de un grupo de amazonas instaladas en la zona de Grecia- por un momento me imaginé la serie de “Xena, la Princesa Guerrera.”
-¿Era?
-Sí, los Turcos atacaron la aldea por la noche, mataron a todas las mujeres, a las niñas, a su familia…-dijo en tono triste y en bajito. No pude evitar mirarla con compasión; tuvo que haberlo pasado francamente mal.
- Y ¿Por qué está ella aquí?- pregunté
- Fue la única superviviente- me explicó Susan- se mantuvo escondida en el hueco de un árbol dos días hasta que pasó el peligro. Después, como pudo, se hizo un par de armas y fue en busca del enemigo. Caminó semanas y semanas en busca de los asesinos de su pueblo. Es estas veces cayó desvanecida, desnutrida y deshidratada cerca de un pueblo. Fue acogida y mientras la cuidaba la familia comentaban los intensos ataques de los turcos, y de cómo se iban haciendo con el control de todo. “¡¿Es que no hay nada que los detenga?!” exclamó la señora que la cuidaba, a lo que su esposo respondió; “sólo hay algo a lo que los turcos temen; los vampiros”- se me erizó el vello. El relato que Susan me contaba era fascinante. Erika nos miró y se aproximó a nosotras.
-¿Ya estás contando otra vez mi historia?- le sonrió levemente. Susan asintió- ¿no te aburres?
-Admitirás que es fascinante- le devolvió la sonrisa y Erika suspiró
-En fin- me miró- me ahorro las presentaciones, Susan se ha encargado de introducirme. ¿Tú te llamas…?
-Danielle- sonreí y ella inclinó la cabeza, algo que entendí como “mucho gusto”- tu historia ha sido increíble, ¡parece de película!- exclamé
-¿película?- me miraron extrañadas. Había olvidado que estábamos en 1431- ¿quiero decir, como una obra de teatro.
-Ha sido muy peculiar- dijo con voz suave. Ahora que la tenía cerca pude apreciar bien sus preciosos ojos. Me quedé prendada- ¿qué pasa?- preguntó
-Nada- respondí- me gustaría saber que pasó luego.
-Terminaré el relato- dijo Erika mirando a Susan- cuando recuperé mis fuerzas agradecí a los aldeanos su ayuda y les pedí información acerca de los vampiros. Me dijeron que eran criaturas hermosas y altamente mortíferas que mataban para alimentarse de la sangre de la víctima. Me indicaron el camino a Transilvania y me encaminé en busca de aunque fuera uno que me ayudara a vengarme. Conocí a Jonathan en una taberna; me pagó una comida caliente, y hablamos, al yo descubrir que era un vampiro le hice la proposición de ayudarme en mi venganza a cambio de lo que yo quisiera.
-¿Y bien?- pregunté intrigada
-Se negó- abrí tanto los ojos que creía que se iban a salir- dijo que su condición de vampiro no le convertía en asesino, que él a lo sumo que llegaría era a convertirme a mí para yo poder vengarme; y que no estaba dispuesto a hacerlo si no reflexionaba bien sobre ello. Le aseguré que estaba segura, pero el se negó, he hice algo realmente bochornoso y humillante para una amazona- por un momento pensé en una obscenidad- le supliqué- respondió y respiré aliviada. Había pensado de todo menos cosas buenas.- y llegamos a un trato. Me iba a dar un plazo de 1 año para que yo lo pensara seriamente y con la cabeza fría; si de aquí a un año seguí firme en mi propósito, me convertía. Hoy por hoy, sigo decidida a vengarme
-Pero ¿En qué influye el concepto de convertirte en su novia?- no lo comprendía
-Es el pago a ayudarme en mi venganza. Si yo me vengó renuncio a mi naturaleza de amazona y me someteré a él.- dijo triste- de todas formas, no tengo reinado, ni familia. No me queda nada salvo darle muerte a los asesinos de mi gente.- Estaba alucinando; de las dos historias que yo había oído ninguna de las dos le quería o sentía un ápice de amor sentimental hacia él. Susan lo hacía por agradecimiento y su amor era similar al de un hermano y una hermana y Erika por venganza. Me sentí en parte aliviada y compasiva por él.
-¿y ella?- pregunté señalando a la otra chica
-Se llama Megan- me explicó Susan- lleva cerca de 2 años en el castillo, nunca la he visto sonreír.
-¿y eso?
-¿Podrías tú si por salvar a la persona que más amas tuvieras que renunciar a su amor?-

miércoles, 2 de julio de 2008

Capítulo 8

-Deja de tomarme el pelo y ponte serio de una vez Jonathan- respondí bordemente- me he cansado de escucharte, quiero irme a mi casa- me puse en pie y fui a salir por la puerta.
-Yo creo que no- me dijo tranquilo y la puerta se cerró de golpe. Al intentar abrirla no podía- no puedes irte. No conoces esta época, no conoces la ciudad, estás en mis dominios y fuera hay miles de vampiros que están dispuestos a beber tu sangre con el ocaso. ¿Crees que estarías mucho mejor que aquí?- me detuve en seco. Tenía razón. No sabía como volver y no serviría de nada escaparse sin información. Decidí quedarme en el castillo hasta obtener la suficiente información como para poderme escapar.
-Me quedaré pues- dije calmada, y la puerta se volvió a abrir. Él esbozó una sonrisa- pero no accederé a ser tu novia, nunca- determiné
-No esperaba menos de ti- sonrió- te llevaré a la sala donde están las demás candidatas.
-¿Candidatas?-pregunté a la vez que él se adelantaba- ¿hay más chicas?
-Por supuesto, ¿Qué es una competición sin rivalidad?- Me llevó hasta la sala donde nos habíamos encontrado. Al entrar, las 3 mujeres se pusieron en pie, en señal de respeto.- Chicas, esta muchacha se llama Danielle, y es la última de las posibles candidatas. Espero que la tratéis bien.- traté de esbozar una sonrisa. Me daba vergüenza el tener que presentarme, y aún más si en vez de decirte “hola” te hacen una reverencia. Jonathan me dejó allí y nos anunció que nos vería a la hora de la cena.
Me senté en un butacón que había en la sala y contemplé un hermoso ramo de flores. Eran orquídeas, adornadas con lillium y violetas. Simplemente precioso. En incorporé a olerlas. Su aroma era delicioso.
-¿Te gustan?- dijo una voz dulce e infantil. Alcé la vista y vi que era la chica más joven. Asentí a su pregunta- me alegro, las he plantado yo misma. Soy Susan.
Susan era simplemente preciosa. Tenía la belleza inocente e infantil que se tiene a los 15 años. Tenía el cabello trigueño, recogido en dos coletas adornadas con flores. Pese a su palidez, había un cierto rubor en las mejillas que le daban un toque muy lindo. Sus enormes ojos de color azul sólo rememoraban la inocencia y juventud que su cuerpo albergaba.
-Encantada- alcancé a decir aturdida por su belleza- ¿de donde eres?
-De Bucarest- respondió sonriente- trabajaba en el invernadero de mi familia. Mi pasión son las flores.
-¿Y como has venido a parar aquí?- pregunté intrigada. Me gustaría saber los motivos que llevaban a estas chicas a encontrarse en mi misma situación
- Fácil- sonrió- Jonathan me salvó la vida, así que para compensárselo me he venido con él.- me sorprendió
- Pero tu sabes que Jonathan es…- tragué saliva- me refiero…
-¿Qué es Vampiro?
-Sí
-Claro, yo también lo soy- sonrió y pude ver sus colmillos afilados. Retrocedí un poco- tranquila, no muerdo a humanos, muerdo animales.
-pero… ¿Cómo que te salvó?- le pregunté más que asustada intrigada- ser un vampiro, hasta donde tengo entendido es una condena…
- verás, Jonathan vivió muchos años cerca del invernadero de mi familia. Decía que le maravillaban las extrañas especies que salían de mis manos- se ruborizó- siempre se paseaba por ahí. Un día, fui sola al invernadero, quería cultivar un hermoso ramo para él. Supongo que sería para impresionarle y que me regalase una de sus sonrisas. Así fue como casi muero. Resulta que soy alérgica a las abejas y una entró en el invernadero y me picó en el cuello. Grité y al parecer Jonathan me escuchó. Cuando llegó yo estaba agonizante, y por no dejarme morir me mordió.- la miré sorprendida. Ver la muerte y que el ser al que quieres sea quien te salve condenándote al vagar eterno…se me puso el vello de punta.
- ¿Y tu familia?- pregunté
-Obviamente me repudió. Dijo que no podían tener a una criatura de Satanás en su casa y bla, bla… Jonathan me trajo consigo aquí a Transilvania, y me enseñó a ser una buena vampira.- esbozó otra sonrisa- por eso decidí ser una de las candidatas a su mujer, como agradecimiento a todo lo que ha hecho por mí.
Estaba fascinada con el relato que acababa de oír, disparó los límites de mi curiosidad de manera extrema.
-¿Y las otras chicas también tienen una historia o motivo para estar aquí?- pregunté
-Por supuesto-respondió- mira si quieres te cuento el motivo por el que está aquí la chica de cabello corto.
-¿Cómo se llama?
-Erika- me dijo- y es toda una princesa- la miré, y su cutis moreno y facciones duras me recordaba a todo menos a una princesa
-Con el mayor de mis respetos, no lo parece.- dije y Susan se rió
-Normal, es que ella es la princesa de las amazonas.

martes, 1 de julio de 2008

Capítulo 7


Cuando desperté me encontraba en una habitación extraña y muy antigua, acababa de tener una pesadilla acerca de no verme reflejada en un espejo…como si fuera un fantasma.
Aunque el sueño no fue real, la habitación si lo era. Me puse en pie y busqué ese famoso espejo y me di cuenta de que estaba vestida de época, con un traje rojo, bordado en dora y el pelo recogido en una trenza de raíz.
- esto es tela de raro- me dije- ¿Seguiré soñando?- me pellizqué para comprobarlo, pero pese al dolor, no despertaba. Quise comprobar si la puerta estaba también cerrada, esta vez no lo estaba. Salí despacio, y me di cuenta de que estaba en el interior de un castillo. Seguía lloviendo, y en toda la zona reinaba la penumbra. Sólo rompía la oscuridad las antorchas que iluminaban los pasillos. Tomé la que iluminaba mi puerta y me lancé en busca de la salida. No se oía ni un alma, sólo el golpeo de las gotas de agua en la piedra o en las vidrieras de los cristales
Oí voces y me escondí tras una columna, de repente noté que no era gente deambulando por los pasillos, si no que era gente parada y vi la habitación de en frente. Eran voces femeninas. A lo mejor podían ayudarme. Me asomé cautelosamente, esperanzada de que pudiera conseguir algo. Eran tres mujeres, una con el pelo corto y pelirrojo, otra con una larguísima trenza y otra con dos coletas, lo único que alcancé a ver a través del hueco de las bisagras de la puerta. Además sólo les veía el pelo y la espalda. Suspiré tragué saliva y me decidí a entrar.
-¿no te han dicho nunca que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?-oí a mi espalda una voz familiar. Me giré y ahí estaba él, con sus ropas de época apoyado sobre una pierna en la pared.
-¡Tú! ¡Pedazo de mentecato!- le grité y le alumbré con la antorcha- ¡Por tu culpa estoy aquí! Dime ahora mismo como salir de aquí- le ordené furiosa
-Ni puedo ni quiero- me dijo tranquilamente y esbozó una sonrisa dejándome ver su dentadura, blanca e impoluta y con unos colmillos desarrollados, más que cualquier otro animal. Me aferré a la antorcha a modo defensa cuando le vi aproximarse. El tuvo que notar mi miedo por que se detuvo.
-Tranquila, no te voy a hacer daño…- trató de calmarme
-¿Qué eres? ¿Qué quieres? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí?- pregunté aceleradamente sin mover la antorcha un ápice de mi.
-Mucho preguntas tú, Danielle- volvió a sonreír- si quieres que te explique todo, ven con migo…no es correcto hacerlo en el pasillo- le miré dudosa, pero tenía dos opciones, ir con él, arriesgándome a que me pasase algo y conocer la verdad; o quedarme igual e intentar escapar sin éxito.
-De acuerdo… pero como me toques un solo pelo la tenemos…-le amenacé a lo que él soltó una sonora carcajada y admitió.
Caminamos en silencio por el oscuro y lúgubre pasillo, hasta llegar al final de éste. Abrió la puerta de la habitación y me cedió el paso caballerosamente. La habitación… ¿cómo describirla? Parecía el despacho de “Dumbeldore” el personaje de Harry Potter. Grandes lámparas con velas colgaba del techo. Había un gran escritorio de madera oscura lleno de papeles garabateados y tinta derramada. Al fondo se apreciaba una inmensidad de estanterías todas repletas de libros. Simple y llanamente, aluciné. Jamás en mi vida había visto tantos libros. Había al final del todo una gran ventana con un dibujo hecho con vidrios de colores. Representaba un ángel llorando sobre un caballero. Sobre dicha ventana colgaba una pesada cortina roja como la sangre, que le daba un aspecto más tétrico a todo.
-En este lugar, es dónde vengo a relajarme cuando estoy estresado- me explicó Jonathan- toma asiento por favor- me mostró una robusta silla con grandes cocines burdeos que la decoraban. Me senté y crucé mis manos sobre mi regazo.
-Bueno…- tragué saliva- ¿me puedes explicar que demonios pasa aquí?
-Comenzaré pidiéndote por favor que no llames a los demonios, luego cuesta trabajo expulsarlos- me lo tomé a broma y pensé que la lluvia afectaba su riego sanguíneo.- Estamos en Transilvania. –dijo pausadamente
-¡¿Cómo?!- grité- me estás tomando el pelo… ¿A que si? – el negó con la cabeza.
- te encuentras en mi “humilde morada”- entrecomilló con los dedos
-Entonces no estamos en Transilvania, estamos en tu casa de Boston- el negó y le ignoré- aún así…¿ me explicas que hacemos así vestidos? Halloween pasó hace tiempo chico..- dije sarcásticamente
- Suele pasar cuando vives en 1431…- dijo con un ojo guiñado expresando el grito que en escasos segundos iba a dar
-¡¿QUÉ?!- grité a pleno pulmón, que creo que hasta las ratas me escucharon- te estás quedando con migo- me entró la risa floja y nerviosa- esto no puede estar pasando… ¿como voy a estar en Transilvania en el año 1431?
-Si me dejaras explicarte…- dijo con resignación y apoyando su cabeza en su mano izquierda.
-¡No, escúchame tú!- se sobresaltó por el tono agresivo de mi voz- ¡no sé si esto es verdad, mentira o una broma de mal gusto…pero quiero que me devuelvas mi ropa, que cortes el rollo y que me lleves a casa de insofacto! – le ordené.
- Me temo que no va a ser posibles…- dijo suavemente
-No es una petición, es una orden- respondí secamente
-Me temo que no.- dijo muy serio poniéndose en pie lentamente- verás; eres…por así decirlo, mi rehén.- le miré sorprendida- y estás aquí por un motivo; una competición.
-¡¿Qué me estás contando?!- exclamé- y ¿Cuál es el premio? ¿una orden de alejamiento tuya?- dije irónica
-No precisamente…-rió entre dientes- es para ver quien será mi novia…
-Descalifícame por que ni por todo el oro del mundo- dije interrumpiéndole
-Es que no es opcional- me respondió con casi con la misma dureza que yo le había hablado- a ver como te lo explico, no estás aquí por que te lo hayan preguntado, simplemente estás, y no puedes volver… como dices tú; no es una petición, es una orden – mantuvo el tono serio, tranquilo pero dictatorial durante la parrafada. Respiró hondo y prosiguió- soy el heredero de un clan; dentro de poco, mi padre delegará sobre mí el mando de todo; y como adulto que me estoy convirtiendo tengo que encontrar una esposa. – Empezó a pasearse alrededor mía provocándome escalofríos- pero no puede ser una cualquiera, tiene que ser especial, pues ella , a su vez será la jefa de las futuras novias que tenga.- entonces di un pequeño brinco de espasmo en mi sillón.
- ¿practicas la poligamia?- pregunté medio asqueada y medio aterrada
- más o menos- dijo algo dudoso- en esta época, y sobretodo en mi situación – trató de justificarse.
-tú lo que eres es un cerdo y un monstruo- dije con desprecio.
-Cerdo no sé- dijo dándome la espalda- pero sí que soy un monstruo- suspiró- como los de las películas de tu época.- le miré extrañada, no entendía qué quería decir.- no te has dado cuenta, ¿no?- negué con la cabeza. ¿Darme cuenta de qué?- Danielle; unes estos tres datos. Soy de Transilvania, tengo los colmillos afilados y no s encontramos en 1431- paré en seco y pensé. Se me ocurrió una tontería y me dio por reír.- ¿de qué te ríes? – dijo algo molesto
- Había pensado una tontería- dije aún riéndome- pensé que eras un vampiro…- y me carcajeé. Él no se reía. Me miraba serio y frío.
- Es que soy un Vampiro Danielle

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