martes, 1 de julio de 2008

Capítulo 7


Cuando desperté me encontraba en una habitación extraña y muy antigua, acababa de tener una pesadilla acerca de no verme reflejada en un espejo…como si fuera un fantasma.
Aunque el sueño no fue real, la habitación si lo era. Me puse en pie y busqué ese famoso espejo y me di cuenta de que estaba vestida de época, con un traje rojo, bordado en dora y el pelo recogido en una trenza de raíz.
- esto es tela de raro- me dije- ¿Seguiré soñando?- me pellizqué para comprobarlo, pero pese al dolor, no despertaba. Quise comprobar si la puerta estaba también cerrada, esta vez no lo estaba. Salí despacio, y me di cuenta de que estaba en el interior de un castillo. Seguía lloviendo, y en toda la zona reinaba la penumbra. Sólo rompía la oscuridad las antorchas que iluminaban los pasillos. Tomé la que iluminaba mi puerta y me lancé en busca de la salida. No se oía ni un alma, sólo el golpeo de las gotas de agua en la piedra o en las vidrieras de los cristales
Oí voces y me escondí tras una columna, de repente noté que no era gente deambulando por los pasillos, si no que era gente parada y vi la habitación de en frente. Eran voces femeninas. A lo mejor podían ayudarme. Me asomé cautelosamente, esperanzada de que pudiera conseguir algo. Eran tres mujeres, una con el pelo corto y pelirrojo, otra con una larguísima trenza y otra con dos coletas, lo único que alcancé a ver a través del hueco de las bisagras de la puerta. Además sólo les veía el pelo y la espalda. Suspiré tragué saliva y me decidí a entrar.
-¿no te han dicho nunca que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?-oí a mi espalda una voz familiar. Me giré y ahí estaba él, con sus ropas de época apoyado sobre una pierna en la pared.
-¡Tú! ¡Pedazo de mentecato!- le grité y le alumbré con la antorcha- ¡Por tu culpa estoy aquí! Dime ahora mismo como salir de aquí- le ordené furiosa
-Ni puedo ni quiero- me dijo tranquilamente y esbozó una sonrisa dejándome ver su dentadura, blanca e impoluta y con unos colmillos desarrollados, más que cualquier otro animal. Me aferré a la antorcha a modo defensa cuando le vi aproximarse. El tuvo que notar mi miedo por que se detuvo.
-Tranquila, no te voy a hacer daño…- trató de calmarme
-¿Qué eres? ¿Qué quieres? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí?- pregunté aceleradamente sin mover la antorcha un ápice de mi.
-Mucho preguntas tú, Danielle- volvió a sonreír- si quieres que te explique todo, ven con migo…no es correcto hacerlo en el pasillo- le miré dudosa, pero tenía dos opciones, ir con él, arriesgándome a que me pasase algo y conocer la verdad; o quedarme igual e intentar escapar sin éxito.
-De acuerdo… pero como me toques un solo pelo la tenemos…-le amenacé a lo que él soltó una sonora carcajada y admitió.
Caminamos en silencio por el oscuro y lúgubre pasillo, hasta llegar al final de éste. Abrió la puerta de la habitación y me cedió el paso caballerosamente. La habitación… ¿cómo describirla? Parecía el despacho de “Dumbeldore” el personaje de Harry Potter. Grandes lámparas con velas colgaba del techo. Había un gran escritorio de madera oscura lleno de papeles garabateados y tinta derramada. Al fondo se apreciaba una inmensidad de estanterías todas repletas de libros. Simple y llanamente, aluciné. Jamás en mi vida había visto tantos libros. Había al final del todo una gran ventana con un dibujo hecho con vidrios de colores. Representaba un ángel llorando sobre un caballero. Sobre dicha ventana colgaba una pesada cortina roja como la sangre, que le daba un aspecto más tétrico a todo.
-En este lugar, es dónde vengo a relajarme cuando estoy estresado- me explicó Jonathan- toma asiento por favor- me mostró una robusta silla con grandes cocines burdeos que la decoraban. Me senté y crucé mis manos sobre mi regazo.
-Bueno…- tragué saliva- ¿me puedes explicar que demonios pasa aquí?
-Comenzaré pidiéndote por favor que no llames a los demonios, luego cuesta trabajo expulsarlos- me lo tomé a broma y pensé que la lluvia afectaba su riego sanguíneo.- Estamos en Transilvania. –dijo pausadamente
-¡¿Cómo?!- grité- me estás tomando el pelo… ¿A que si? – el negó con la cabeza.
- te encuentras en mi “humilde morada”- entrecomilló con los dedos
-Entonces no estamos en Transilvania, estamos en tu casa de Boston- el negó y le ignoré- aún así…¿ me explicas que hacemos así vestidos? Halloween pasó hace tiempo chico..- dije sarcásticamente
- Suele pasar cuando vives en 1431…- dijo con un ojo guiñado expresando el grito que en escasos segundos iba a dar
-¡¿QUÉ?!- grité a pleno pulmón, que creo que hasta las ratas me escucharon- te estás quedando con migo- me entró la risa floja y nerviosa- esto no puede estar pasando… ¿como voy a estar en Transilvania en el año 1431?
-Si me dejaras explicarte…- dijo con resignación y apoyando su cabeza en su mano izquierda.
-¡No, escúchame tú!- se sobresaltó por el tono agresivo de mi voz- ¡no sé si esto es verdad, mentira o una broma de mal gusto…pero quiero que me devuelvas mi ropa, que cortes el rollo y que me lleves a casa de insofacto! – le ordené.
- Me temo que no va a ser posibles…- dijo suavemente
-No es una petición, es una orden- respondí secamente
-Me temo que no.- dijo muy serio poniéndose en pie lentamente- verás; eres…por así decirlo, mi rehén.- le miré sorprendida- y estás aquí por un motivo; una competición.
-¡¿Qué me estás contando?!- exclamé- y ¿Cuál es el premio? ¿una orden de alejamiento tuya?- dije irónica
-No precisamente…-rió entre dientes- es para ver quien será mi novia…
-Descalifícame por que ni por todo el oro del mundo- dije interrumpiéndole
-Es que no es opcional- me respondió con casi con la misma dureza que yo le había hablado- a ver como te lo explico, no estás aquí por que te lo hayan preguntado, simplemente estás, y no puedes volver… como dices tú; no es una petición, es una orden – mantuvo el tono serio, tranquilo pero dictatorial durante la parrafada. Respiró hondo y prosiguió- soy el heredero de un clan; dentro de poco, mi padre delegará sobre mí el mando de todo; y como adulto que me estoy convirtiendo tengo que encontrar una esposa. – Empezó a pasearse alrededor mía provocándome escalofríos- pero no puede ser una cualquiera, tiene que ser especial, pues ella , a su vez será la jefa de las futuras novias que tenga.- entonces di un pequeño brinco de espasmo en mi sillón.
- ¿practicas la poligamia?- pregunté medio asqueada y medio aterrada
- más o menos- dijo algo dudoso- en esta época, y sobretodo en mi situación – trató de justificarse.
-tú lo que eres es un cerdo y un monstruo- dije con desprecio.
-Cerdo no sé- dijo dándome la espalda- pero sí que soy un monstruo- suspiró- como los de las películas de tu época.- le miré extrañada, no entendía qué quería decir.- no te has dado cuenta, ¿no?- negué con la cabeza. ¿Darme cuenta de qué?- Danielle; unes estos tres datos. Soy de Transilvania, tengo los colmillos afilados y no s encontramos en 1431- paré en seco y pensé. Se me ocurrió una tontería y me dio por reír.- ¿de qué te ríes? – dijo algo molesto
- Había pensado una tontería- dije aún riéndome- pensé que eras un vampiro…- y me carcajeé. Él no se reía. Me miraba serio y frío.
- Es que soy un Vampiro Danielle

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