Llegué a casa algo mareada y ayudada por Martha y Karen. Subimos a mi habitación y Karen fue a por helado. Necesitábamos una sesión femenina de urgencia.
-¡Dios mío!- exclamé tirándome en la cama con las manos en los ojos- Que desastre de día.
-Y que lo digas… recién llegados y tantos deberes- suspiró Martha, a la cual miré con odio- ¿Qué?- preguntó cohibida
-Martha…se refiere a su día, que sin duda alguna es peor que el nuestro.- explicó Karen- en menos de 24 horas la han besado, rescatado y le ha entrado hasta fiebre… ¿aún crees que no ha sido peor- Martha se encogió de hombros y guardó silencio.
-Pásame el helado de dulce de leche- pedí a Karen- en realidad no es fiebre, es destemplanza, pero con el boom del accidente no me han querido dejar en el instituto…- explicó- pero en fin… no me apetecía quedarme así que yo encantada de volver- dije con una mezcla de asco y cabreo mientras clavaba mi cuchara en el helado.
-Yo insisto en que no es para tanto… es decir, mira el lado positivo- argumentó Martha- al menos te ha besado un chico que está potente, si te hubiera besado el profesor de biología, pues lo entendería, pero chica…
-Mira, preferiría besar a un gato con piojos, ¡que digo! ¡A los piojos del gato, o a las amebas de los piojos del gato, antes que volver a besar a ese individuo!- dije a pleno pulmón ante lo cual mis amigas se asustaron.
- Creo que debemos dejarte descansar- dijo despacio Karen- mañana te vendremos a ver si no vas al insti ¿vale? – me dieron un beso, cogieron sus cosas y se fueron.
Me quedé tirada en mi cama, haciendo una pequeña reflexión sobre todo lo sucedido. Son cosas que una piensa solo cuando está sola. Cerré los ojos y me quedé dormida. La verdad es que estaba agotada. Soñé con Jonathan, como era de esperar. Yo era un títere que él manejaba a su antojo. Movía mis brazos y yo aterrada comprobaba que los hilos eran mas fuertes que mi cuerpo. Soltó una carcajada malévola y cruel. Tras jugar un poco con migo, tiró de los hilos y me subió; sonrió con picardía y cogió una antorcha para quemarme. “¿Ves como puedo doblegarte?” me decía. Justo en el momento en el que me prendió fuego desperté. Estaba sudando y jadeando a más no poder.
-Sólo ha sido un sueño- suspiré tirándome en la cama de nuevo- ¡maldito Jonathan!- gruñí- no pienso tolerar que haga con migo lo que le de la gana; mañana le voy a decir quien manda – determiné. Me puse en pie y entonces miré mi reloj. Aún eran las 6 y ni papa, ni mamá, ni Phoebe estaban en casa- ¿Quién dijo “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”?- pensé- me voy a su casa a decirle quien manda.
Llamé al teléfono de información al cliente, anoté su dirección en un post- it, cogí mi anorak y salí en su búsqueda para demostrarle que con Danielle no se jugaba
-¡Dios mío!- exclamé tirándome en la cama con las manos en los ojos- Que desastre de día.
-Y que lo digas… recién llegados y tantos deberes- suspiró Martha, a la cual miré con odio- ¿Qué?- preguntó cohibida
-Martha…se refiere a su día, que sin duda alguna es peor que el nuestro.- explicó Karen- en menos de 24 horas la han besado, rescatado y le ha entrado hasta fiebre… ¿aún crees que no ha sido peor- Martha se encogió de hombros y guardó silencio.
-Pásame el helado de dulce de leche- pedí a Karen- en realidad no es fiebre, es destemplanza, pero con el boom del accidente no me han querido dejar en el instituto…- explicó- pero en fin… no me apetecía quedarme así que yo encantada de volver- dije con una mezcla de asco y cabreo mientras clavaba mi cuchara en el helado.
-Yo insisto en que no es para tanto… es decir, mira el lado positivo- argumentó Martha- al menos te ha besado un chico que está potente, si te hubiera besado el profesor de biología, pues lo entendería, pero chica…
-Mira, preferiría besar a un gato con piojos, ¡que digo! ¡A los piojos del gato, o a las amebas de los piojos del gato, antes que volver a besar a ese individuo!- dije a pleno pulmón ante lo cual mis amigas se asustaron.
- Creo que debemos dejarte descansar- dijo despacio Karen- mañana te vendremos a ver si no vas al insti ¿vale? – me dieron un beso, cogieron sus cosas y se fueron.
Me quedé tirada en mi cama, haciendo una pequeña reflexión sobre todo lo sucedido. Son cosas que una piensa solo cuando está sola. Cerré los ojos y me quedé dormida. La verdad es que estaba agotada. Soñé con Jonathan, como era de esperar. Yo era un títere que él manejaba a su antojo. Movía mis brazos y yo aterrada comprobaba que los hilos eran mas fuertes que mi cuerpo. Soltó una carcajada malévola y cruel. Tras jugar un poco con migo, tiró de los hilos y me subió; sonrió con picardía y cogió una antorcha para quemarme. “¿Ves como puedo doblegarte?” me decía. Justo en el momento en el que me prendió fuego desperté. Estaba sudando y jadeando a más no poder.
-Sólo ha sido un sueño- suspiré tirándome en la cama de nuevo- ¡maldito Jonathan!- gruñí- no pienso tolerar que haga con migo lo que le de la gana; mañana le voy a decir quien manda – determiné. Me puse en pie y entonces miré mi reloj. Aún eran las 6 y ni papa, ni mamá, ni Phoebe estaban en casa- ¿Quién dijo “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”?- pensé- me voy a su casa a decirle quien manda.
Llamé al teléfono de información al cliente, anoté su dirección en un post- it, cogí mi anorak y salí en su búsqueda para demostrarle que con Danielle no se jugaba
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