-Buenos días…- escuche a una voz lejana- o debería decir, tardes dormilona- me recordó a mi hermana Phoebe. ¿Estaba en casa?
-¿Phoebe?...- dije con voz aún adormilada- y con los ojos medio abiertos me pareció reconocer su melena rubia y sus ojos claros.
- ¿Phoebe? Creo que vas a necesitar dormir más, ¿eh?- la voz sonó más infantil y entonces la imagen que veía borrosa se fue clareando. Era Susan.
- mmm…- me froté los ojos- ¿cuánto llevo dormida?
- pues… un día y medio- respondió- tuviste un pequeño percance en el bosque por lo que parece ser…
- ¿sólo pequeño?- mustié- no he pasado más miedo en mi vida…- me incorporé en la cama
- ni más frío intuyo- me volví a mirarla- las sirvientas comentan que eras un bloque helado.- ni me acordaba del frío. El pánico en aquel momento era tal que no tenía sensibilidad en ninguno de mis extremidades…y sin embargo, pude notar la mano fría de Jonathan sobre mi cabello.- te he traído unas flores- sonrió Susan dejando al descubierto su perfecta dentadura y tendiéndome un colorido ramillete de flores.
-Gracias- sonreí- que detalle… huelen de maravilla
-Dame, las pondré en aquel jarrón.- se levantó y se dirigió a la mesita que se encontraba justo en frente de la chimenea y del butacón.
-Oye Susan- se giró a mirarme con el jarrón en las manos- y Jonathan que dice…- no lo podía evitar, era pronunciarle y se me encogía el corazón.
-Pues estaba nervioso…- depositó el jarrón en la mesa y volvió al borde de mi cama- se quedó muy preocupado por ti. Tienes suerte de que te encontrara, si no…esos vampiros furtivos no hubieran dejado nada de ti. ¿En que estabas pensando al dirigirte al bosque?
-¿Cómo?
-Jonathan no nos ha explicado nada, simplemente que estabas en el bosque y que casi te matan, pero nada más- eso significaba que no les había dicho nada de que le pude ver.- ¿Por qué estabas en el bosque?
-Verás Susan…- traté de buscar una excusa convincente- quería huir de aquí. Estoy retenida contra mi voluntad y quiero ser libre- mentí, aún no sabía muy bien por qué, pero lo hice.
-Pues…yo creo que debería ir a darle la gracias a Jonathan…es lo mínimo, ¿no crees?- tenía toda la razón. Desde que pasó el incidente no habíamos hablado, claro que si tenemos en cuenta que estaba en un estado de sueño profundo pues es lógico.
-Tienes razón- asentí y ella sonrió con satisfacción- ayúdame a vestirme por favor, pero que no sea ningún vestido pomposo- Susan soltó una sonora carcajada y me dio el traje de amazona, que al menos no era falda, si no pantalón; aunque casi pierdo la respiración cuando Susan me ciñó el corsé a la blusa zíngara que llevaba. Tuve que recordarle que, a diferencia de ella, yo necesitaba respirar. Cuando me hube terminado de vestir pregunté a los soldados dónde podría encontrarle. Siguiendo las indicaciones, llegué al patio cercado del palacio. Estaba luchando contra un maniquí hecho de sacos y madera, armado con una espada y un escudo. Peleaba con furia pero con destreza…seguía llevando la misma blusa de aquella noche; es decir, no se había cambiado.
-Terminarías antes si luchases con tus propias manos- dije finalmente apareciendo en escena con mis brazos cruzados.
-¡Danielle!- sonreía feliz- ¿Cómo te encuentras?
-Bien- respondí devolviéndole la sonrisa- gracias a ti…
-Escucha… lo que viste la otra noche… lo siento… yo…
-Mira Jonathan- le interrumpí- actué como una idiota… no debí haber huido hacia el bosque sabiendo los peligros que hay en el. Tú me salvaste y te has preocupado de que descansara; así que si hay alguien que te debe una disculpa soy yo. Lo siento- se acercó a mí, había bajado la mirada y se encargó de que con su grácil mano la levantara
-Lo único que me importa es que estés sana y salva- y me sonrió con esa sonrisa cálida e hipnotizante que tiene. Fijé mi vista en él y buscaba escapatoria a esos ojos que me cortaban la respiración.
-¿Me enseñarás a usarla?- le dije señalando la espada de su mano- tu sabes…por si tengo que luchar contra un vampiro…- Jonathan soltó una risotada.
-Depende de con cual quieras batirte…- la empuñó correctamente y me la tendió- intenta cogerla.- Entiendo el motivo por el que decía “intenta”. Pesaba una barbaridad…casi no podía levantarla con una mano y tenía que hacer un esfuerzo para empuñarla con dos.- Esta es la pose de preparación- sostenía la espada por el mango a la altura de su pelvis y con las piernas levemente abiertas e inclinadas- te permite moverte a cualquier dirección y viene bien para distancias cortas. Ven- me llamó y me colocó justo en frente del maniquí- atácale.
-¿cómo?
-Finge que es tu adversario. ¿Cómo te defenderías de él?- empuñé la espada como pude y di un golpe vertical muy flojo…quedándose mi espada atrancada en el torso…o mejor dicho, el barril que actuaba de torso.
-Debería hacer unas pocas de pesas antes…-intenté bromear avergonzada de mi debilidad.
-Tu lo que necesitas es la situación. – se giró y se desanudó el cinto que llevaba en el pantalón. Me giré y le miré algo escandalizada.
-¿qué haces?
- Espera…- y se desató el cinto – ahora cierra los ojos…- aunque dudé en hacerlo obedecí. Noté entonces que él cubría mis ojos. Ató el nudo y se aseguró de que no veía nada. Me sostuvo por los hombros para erguirme y me colocó.- Ahora, imagina que tienes a tu adversario delante. Va a atacarte y es un duelo cuerpo a cuerpo. Estáis los dos, pero solo uno sobrevivirá. Tienes que elegir.- hablaba con dulzura y tranquilidad a mi oído, e imaginé la escena. Recordé a aquel vagabundo que me atacó, y también al vampiro furtivo de la noche anterior. Si no hubiera sido por Jonathan…no estaría viva. Un halo de tristeza ahondó en mí. ¿A quien le importaba lo que me hubiera pasado? Nadie me echaría de menos. Baje las manos dejando que la punta de la espada cayera en el suelo
-¿qué haces?- me preguntó
-Lo que haría en el momento- respondí apática- dejar que me matara- hubo un silencio incómodo. Supongo que Jonathan estaría asimilando el concepto de por qué era yo medio suicida.
-¿por qué?- preguntó de pronto. No me lo esperaba. Realmente me esperaba una regañina.
-por que yo no importo en la vida de nadie- respondí tajante. Realmente era lo que pensaba. Sabía que había gente que me quería pero yo no era indispensable.
- Entonces…-prosiguió tranquilamente el- piensa en una persona a quien quieras- obedecí pero era incapaz de elegir un rostro- imagina que el enemigo le tiene a punto de caramelo, y que va a acabar con su vida. ¿lo permitirías?- su voz se tornó en un tono más duro, como cuando el narrador de un cuento ensombrece su voz para darle énfasis a la escena de acción- estás armada y no tienes tiempo para reaccionar…- noté como me soltaba los hombros y la zona que sus manos habían ocupado notó el roce frío del aire. Estaba oscuro y podía ver el cuerpo de alguien de rodillas a punto de ser degollado por alguien. Se giró. No podía permitirlo. Era lo único que había dado emoción a mi vida y la había cambiado. No podría permitir que me lo arrebataran. Saqué fuerzas de donde no las tenía y alcé mi espada para clavarla en el contrincante. Di un grito desgarrador. Y entonces hubo un silencio. Me quité la venda de los ojos y vi que mi espada había atravesado el maniquí. Me giré para mirar a Jonathan y el me sonrió.
-Siempre importas en la vida de alguien- se acercó a mí- si luchas pensando en los que amas… nunca perderás - miró al maniquí- la persona a la que estuvieras defendiendo es afortunada; la debes de querer mucho- volvió a sonreír me besó una mano y se retiró. Solté la espada y caí de rodillas al suelo. Si hubiera sabido que en quien estaba pensando era él…
-¿Phoebe?...- dije con voz aún adormilada- y con los ojos medio abiertos me pareció reconocer su melena rubia y sus ojos claros.
- ¿Phoebe? Creo que vas a necesitar dormir más, ¿eh?- la voz sonó más infantil y entonces la imagen que veía borrosa se fue clareando. Era Susan.
- mmm…- me froté los ojos- ¿cuánto llevo dormida?
- pues… un día y medio- respondió- tuviste un pequeño percance en el bosque por lo que parece ser…
- ¿sólo pequeño?- mustié- no he pasado más miedo en mi vida…- me incorporé en la cama
- ni más frío intuyo- me volví a mirarla- las sirvientas comentan que eras un bloque helado.- ni me acordaba del frío. El pánico en aquel momento era tal que no tenía sensibilidad en ninguno de mis extremidades…y sin embargo, pude notar la mano fría de Jonathan sobre mi cabello.- te he traído unas flores- sonrió Susan dejando al descubierto su perfecta dentadura y tendiéndome un colorido ramillete de flores.
-Gracias- sonreí- que detalle… huelen de maravilla
-Dame, las pondré en aquel jarrón.- se levantó y se dirigió a la mesita que se encontraba justo en frente de la chimenea y del butacón.
-Oye Susan- se giró a mirarme con el jarrón en las manos- y Jonathan que dice…- no lo podía evitar, era pronunciarle y se me encogía el corazón.
-Pues estaba nervioso…- depositó el jarrón en la mesa y volvió al borde de mi cama- se quedó muy preocupado por ti. Tienes suerte de que te encontrara, si no…esos vampiros furtivos no hubieran dejado nada de ti. ¿En que estabas pensando al dirigirte al bosque?
-¿Cómo?
-Jonathan no nos ha explicado nada, simplemente que estabas en el bosque y que casi te matan, pero nada más- eso significaba que no les había dicho nada de que le pude ver.- ¿Por qué estabas en el bosque?
-Verás Susan…- traté de buscar una excusa convincente- quería huir de aquí. Estoy retenida contra mi voluntad y quiero ser libre- mentí, aún no sabía muy bien por qué, pero lo hice.
-Pues…yo creo que debería ir a darle la gracias a Jonathan…es lo mínimo, ¿no crees?- tenía toda la razón. Desde que pasó el incidente no habíamos hablado, claro que si tenemos en cuenta que estaba en un estado de sueño profundo pues es lógico.
-Tienes razón- asentí y ella sonrió con satisfacción- ayúdame a vestirme por favor, pero que no sea ningún vestido pomposo- Susan soltó una sonora carcajada y me dio el traje de amazona, que al menos no era falda, si no pantalón; aunque casi pierdo la respiración cuando Susan me ciñó el corsé a la blusa zíngara que llevaba. Tuve que recordarle que, a diferencia de ella, yo necesitaba respirar. Cuando me hube terminado de vestir pregunté a los soldados dónde podría encontrarle. Siguiendo las indicaciones, llegué al patio cercado del palacio. Estaba luchando contra un maniquí hecho de sacos y madera, armado con una espada y un escudo. Peleaba con furia pero con destreza…seguía llevando la misma blusa de aquella noche; es decir, no se había cambiado.
-Terminarías antes si luchases con tus propias manos- dije finalmente apareciendo en escena con mis brazos cruzados.
-¡Danielle!- sonreía feliz- ¿Cómo te encuentras?
-Bien- respondí devolviéndole la sonrisa- gracias a ti…
-Escucha… lo que viste la otra noche… lo siento… yo…
-Mira Jonathan- le interrumpí- actué como una idiota… no debí haber huido hacia el bosque sabiendo los peligros que hay en el. Tú me salvaste y te has preocupado de que descansara; así que si hay alguien que te debe una disculpa soy yo. Lo siento- se acercó a mí, había bajado la mirada y se encargó de que con su grácil mano la levantara
-Lo único que me importa es que estés sana y salva- y me sonrió con esa sonrisa cálida e hipnotizante que tiene. Fijé mi vista en él y buscaba escapatoria a esos ojos que me cortaban la respiración.
-¿Me enseñarás a usarla?- le dije señalando la espada de su mano- tu sabes…por si tengo que luchar contra un vampiro…- Jonathan soltó una risotada.
-Depende de con cual quieras batirte…- la empuñó correctamente y me la tendió- intenta cogerla.- Entiendo el motivo por el que decía “intenta”. Pesaba una barbaridad…casi no podía levantarla con una mano y tenía que hacer un esfuerzo para empuñarla con dos.- Esta es la pose de preparación- sostenía la espada por el mango a la altura de su pelvis y con las piernas levemente abiertas e inclinadas- te permite moverte a cualquier dirección y viene bien para distancias cortas. Ven- me llamó y me colocó justo en frente del maniquí- atácale.
-¿cómo?
-Finge que es tu adversario. ¿Cómo te defenderías de él?- empuñé la espada como pude y di un golpe vertical muy flojo…quedándose mi espada atrancada en el torso…o mejor dicho, el barril que actuaba de torso.
-Debería hacer unas pocas de pesas antes…-intenté bromear avergonzada de mi debilidad.
-Tu lo que necesitas es la situación. – se giró y se desanudó el cinto que llevaba en el pantalón. Me giré y le miré algo escandalizada.
-¿qué haces?
- Espera…- y se desató el cinto – ahora cierra los ojos…- aunque dudé en hacerlo obedecí. Noté entonces que él cubría mis ojos. Ató el nudo y se aseguró de que no veía nada. Me sostuvo por los hombros para erguirme y me colocó.- Ahora, imagina que tienes a tu adversario delante. Va a atacarte y es un duelo cuerpo a cuerpo. Estáis los dos, pero solo uno sobrevivirá. Tienes que elegir.- hablaba con dulzura y tranquilidad a mi oído, e imaginé la escena. Recordé a aquel vagabundo que me atacó, y también al vampiro furtivo de la noche anterior. Si no hubiera sido por Jonathan…no estaría viva. Un halo de tristeza ahondó en mí. ¿A quien le importaba lo que me hubiera pasado? Nadie me echaría de menos. Baje las manos dejando que la punta de la espada cayera en el suelo
-¿qué haces?- me preguntó
-Lo que haría en el momento- respondí apática- dejar que me matara- hubo un silencio incómodo. Supongo que Jonathan estaría asimilando el concepto de por qué era yo medio suicida.
-¿por qué?- preguntó de pronto. No me lo esperaba. Realmente me esperaba una regañina.
-por que yo no importo en la vida de nadie- respondí tajante. Realmente era lo que pensaba. Sabía que había gente que me quería pero yo no era indispensable.
- Entonces…-prosiguió tranquilamente el- piensa en una persona a quien quieras- obedecí pero era incapaz de elegir un rostro- imagina que el enemigo le tiene a punto de caramelo, y que va a acabar con su vida. ¿lo permitirías?- su voz se tornó en un tono más duro, como cuando el narrador de un cuento ensombrece su voz para darle énfasis a la escena de acción- estás armada y no tienes tiempo para reaccionar…- noté como me soltaba los hombros y la zona que sus manos habían ocupado notó el roce frío del aire. Estaba oscuro y podía ver el cuerpo de alguien de rodillas a punto de ser degollado por alguien. Se giró. No podía permitirlo. Era lo único que había dado emoción a mi vida y la había cambiado. No podría permitir que me lo arrebataran. Saqué fuerzas de donde no las tenía y alcé mi espada para clavarla en el contrincante. Di un grito desgarrador. Y entonces hubo un silencio. Me quité la venda de los ojos y vi que mi espada había atravesado el maniquí. Me giré para mirar a Jonathan y el me sonrió.
-Siempre importas en la vida de alguien- se acercó a mí- si luchas pensando en los que amas… nunca perderás - miró al maniquí- la persona a la que estuvieras defendiendo es afortunada; la debes de querer mucho- volvió a sonreír me besó una mano y se retiró. Solté la espada y caí de rodillas al suelo. Si hubiera sabido que en quien estaba pensando era él…
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