lunes, 29 de septiembre de 2008

Capítulo 14




Tras hablar con Megan, volví a mis aposentos y me tumbé en la cama, con los brazos tras de mi nuca. Me dediqué a pensar un poco en toda la información que había recopilado. Estaba conviviendo con vampiros a los que no les afecta la luz del sol, no les afecta los ajos ni los crucifijos. Se alimentan del ganado, aunque veo que Lord Henry se muere por volver a probar la sangre humana. No lo pude evitar, me dio un escalofrío sólo de pensarlo. Algo interrumpió mis pensamientos, estaban tocando a la puerta. Me incorporé y me dirigí a abrirla. Era Jonathan que llegó con un par de manzanas rojas.
-¿puedo pasar?- asentí con la cabeza y le abrí la puerta- pensé que querrías algo de postre- me lanzó la manzana y logré atraparla en el aire. Jonathan se acercó a la zona de mi ventana, sentándose en el umbral con una pierna flexionada y otra colgando. Me quedé dándole vueltas a la fruta, en realidad le daba vueltas a la cabeza, hasta que decidí arriesgarme.
-Oye Jonathan…lo que ha pasado antes…
-Perdona a mi padre- me interrumpió- entre su mal carácter y que se ha cansado de alimentarse de animales… en realidad no es así; sólo que últimamente está algo inquieto.
- puedo saber ¿por qué?- mordí la manzana mientras me sentaba al borde de la cama.
-Por que tenía que zanjar un asuntillo y resulta que se le está escapando de las manos.- sonrió- en parte está enfadado con migo por eso…
- ¿Por qué?- él me miró abrió un poco la boca como para responderme pero al final no dijo nada, sólo sonrió y me dio un golpecito en la nariz con su dedo.
-No seas tan curiosa- me enseñó sus preciosos dientes en una amplia sonrisa. Tenía que reconocer lo guapísimo que era.
-¡Qué rabia me da que nadie me quiera contar nada!- medio pataleé- la única que me cuenta algo es Susan.
-¿sin?- se volteó a mirarme- ¿sobre qué?
-Me estuvo comentando cosas de vosotros…- acerté a decir con la boca llena.
-¿de nosotros?- repuso intrigado Jonathan
-me refiero…de los vampiros- traté de decirlo con la mayor suavidad posible. Jonathan estalló a carcajada limpia
- no tengas reparo en decirlo…para mi no es insultante ser un vampiro-sonrió mostrando su fabulosa dentadura- y bien, ¿que te estuvo contando?- me dedicó una de sus miradas llena de curiosidad y emoción.
-Pues que lo que teníamos entendido en mi época era mentira- dio un pequeño brinco de sorpresa- me refiero, que nada de ajos, sol, crucifijos etc.
-La verdad es que en el siglo XXI os encanta complicaros- rió entre dientes- como puedes comprobar… no nos pasa nada, lo único que es verdad es que la luz reduce nuestros poderes. Teniendo en cuenta que somos criaturas de la noche, es lógico que la potencia de nuestros poderes aumente durante la oscuridad.
-Entonces… ¿nada puede mataros?- pregunté intentando disimular el temblor de mi voz
-claro que si- respondió seriamente- somos inmortales a todo lo que los humanos respecte, pero como toda criatura viva o muerta podemos ser aniquilados.
-¿Sí? ¿Y cómo?- se giró para mirarme fijamente a los ojos durante unos breves instantes, guardando silencio, para al final sonreír.
-ni creas que te lo voy a decir- respiró hondo- ¿Qué más te dijo Susan?
-Bueno, también me habló de la conversión en vampiro y de las mordidas… pero no se explicó bien…- le dejé caer la idea, para ver que podía sacarle
- ¿Qué quieres saber en concreto?-se interesó y sonrió con picardía
-¿Cómo es el tema de la conversión de un vampiro?-pregunté- ¿En que consiste?
- bueno, lo primero y principal es que sea de noche. Si no es imposible la transformación…es más lo más probable es que si un vampiro muerde de día, acabe matando a su víctima. Similar a la mordida de un animal salvaje. Sin embargo por la noche somos más dueños de nosotros mismos, es decir, nuestra mordedura corrompe vuestra sangre- escuchaba fascinada como Jonathan relataba sin temblor alguno como “se comía” a la gente. Pero su voz era tan melódica que parecía el más bello relato de princesas- primero os mordemos para que poco a poco vayáis muriendo, pero hay un momento exacto en el que nosotros retiramos vuestra corrompida sangre sin dejar que os mate por completo. No estáis vivos, pues vuestro corazón no late, pero no estás muerta del todo… somos no-muertos- mi ojos se abrieron de par en par. No se parecía nada a las películas de miedo en el que te mordía y automáticamente te salían colmillos. Estaba fascinada- Danielle, ¿estás bien?
-si, si…- titubeé- perdón, me he quedado embobada…- mentí, me estaba imaginando la escena de Jonathan mordiendo a alguien, es más recordé la cara de la noche anterior. Los ojos rojos, la sangre recorriéndole los labios y chorreándole por los labios resaltando su pálida piel… no pude evitarlo, me recorrió un escalofrío. Lo admito, dentro del terror que pudiera infundir la escena…era súper sexy verle en esa pose de animal sin control.- por favor continúa
-Después de que se recobre la conciencia, tenéis que beber la sangre de un humano, obligatoriamente.- suspiró- no me siento nada orgulloso de esa parte; por que además no puede ser de un humano cualquiera, tiene que ser una joven virgen. Una vez que lo has bebido, ya da igual de que tipo de sangre te alimentes.
-Eso es terrible…- me llevé las manos a la boca
-Lo sé, y ahora es peor, por que lo que hacen las mujeres de hoy en día es perder la virginidad cuanto antes y evitar ser mordidas.- puso su cara entre las rodillas.
-Pero…eso es bueno ¿no? Digo, si no hay vírgenes no podéis convertir a más gente…
-No Danielle, se les sustituye- me miró con vergüenza y tristeza- por niñas…- mi pánico se me tuvo que notar pues volvió a poner su rostro entre sus piernas mientras descansaba sus brazos en las rodillas.
-Y tu…- tragué saliva sonoramente-¿tu que bebiste?- levantó rápidamente la mirada para clavarla en mis ojos buscando compasión y perdón.
-Tenía 10 años…- bajó la mirada- no lo supe hasta que fui un vampiro completo. Me sentí tan mal con migo mismo que, durante mucho tiempo, busqué la forma de quitarme la vida, o lo que quiera que me mantenga en movimiento. Pero descubrí que sería en vano, sería como tirar a la basura la sangre de aquella niña.- no lo pude evitar, se me empañaron los ojos. ¿Sería posible que un vampiro se arrepienta de haber bebido sangre humana? Que venga Bram Stocker y lo vea.- decidí llevar la contraria a toda mi especie, decidí no ser un asesino. Por eso me alimento de sangre de animales… sé que nunca podré reparar el daño hecho pero…- se llevó el puño a la boca. Él quería llorar, pero no podía, estaba muerto. Mi corazón se encogió. Se sentía avergonzado de su condición de vampiro, tenía buen corazón, aunque no le latiese.
-No fue tu culpa Jonathan… no elegiste a esa niña- no había hecho daño a nadie. Soy un ser repulsivo.
-No lo eres Jonathan…-dije en medio susurro. Él se puso en pie y dirigió su mirada a la ventana.
- Danielle, tengo 120 años, y sigo manteniendo la apariencia de la edad con la que dejé de ser humano….es decir 18. Me alimento de la sangre de otros seres vivos… soy un monstruo.
-No lo eres…has sabido controlarte y has refrenado tus deseos de sangre humana para no hacer daño. ¿Por qué te torturas tanto?
- Danielle, cuando me alimento me dejo llevar por unos instintos puramente animales y no controlo. El día que me viste…
-Te controlaste Jonathan, podrías haberme matado, pero no lo hiciste- le dije en voz alta. Me dolía verle tan martirizado y torturado por su propia existencia.
-¡Me controlé por que estaba saciado! ¡Si hubieras llegado cinco minutos antes seguramente no estarías aquí!- enmudecí. Recuerdo aquella mirada de animal que tenía. No parecía el mismo, no era dueño de sí. Pensé en sus últimas palabras. “me controlé por que estaba saciado”. Comencé a temblar discretamente mientras la lluvia golpeaba más violentamente mi ventana. Ante mi silencio el volvió a mirar por la ventana, esta vez con un brazo apoyado en el umbral y a su vez con su frente apoyada en su brazo.
-Lo mejor hubiera sido que nunca hubiera existido…-dijo con desanimo
-No digas eso…
-Sí lo digo, hubiera sido mejor para todos, sobretodo para…
-¡Déjalo ya!- le interrumpí con voz en grito- ¡No puedes vivir condicionado por el pasado! Cometiste un error y te has esforzado por enmendarlo, ¡pues ya esta!
- Danielle no se trata de un error de equivocarse de calle, o perder una carta… ¡He arrebatado una vida humana! Si yo no existiera esa niña seguiría viviendo y correteando felizmente, yo no le hago falta a nadie, mi padre se avergüenza de que si hijo y heredero sea incapaz de cumplir el legado de su familia, en cualquier momento puedo perder el control sobre mi y matar a la gente inocente…y de las muchachas… no recibo amor alguno… es frustrante Danielle…no tengo motivos…- se echó su sedosa melena hacia atrás y bajó las manos por su cara en señal de desesperación. Una especia de ira y tristeza me recorría el cuerpo, y me sentía a punto de estallar.
-¿Motivos para que?-dije con una mezcla de frustración y enfado
-Para vivir… no le importo a nadie- dijo mientras me retiraba la mirada con pesadumbre.
-¡Maldito estúpido y egoísta!- le chille- ¡Hay muchísima gente que te quiere! ¡Susan te adora! ¡Tu padre seguro que te quiere! ¡Erika te tiene afecto a su manera! ¡Yo también te necesito! ¡¿Por qué ignoras nuestros sentimientos!?- ya está. Ya lo había dicho. Me había declarado sin darme cuenta. Ni yo misma lo supe hasta ese mismo momento en el que me imaginé que hubiera sido de mí sin la existencia de Jonathan. Hubiera seguido mi vida monótona y sin sentido. Le quería y se lo había dicho.
No fue hasta ese mismo momento no me había dado cuenta de que estaba llorando y que las lágrimas brotaban de mis ojos como agua de las fuentes. Nos quedamos mirándonos el uno al otro durante unos minutos sin decir absolutamente nada. Después el avanzó a mí lentamente mientras yo secaba mis lágrimas en la blusa de mi camisa. Se detuvo frente a mí y con su mano levantó mi cara para que le mirase. Sonrió con ternura
-¿Sabes?- le miré- no estás nada guapa cuando lloras- reí con risa nerviosa- pero ten envidio. Es cruel poseer la inmortalidad y ser incapaz de llorar.- bajé la mirada en señal de vergüenza- Gracias Danielle.
-Por… ¿por qué?- dije con dificultad por la congoja
-Antes de que tu aparecieras, estaba muerto.- se me encogió el corazón- y tú me has hecho ver más vida de la que recuerdo. Eres la exposición viva de los sentimientos que había perdido. Querría agradecértelo…a mi forma.-lo último lo dijo en casi susurró consiguiendo que la piel se me erizase. Limpió mis lágrimas con sus pulgares y aproximó su cara a la mía. Antes de sucumbir al deseo de cerrar los ojos y dejarme llevar, pude ver en todo su esplendor sus brillantes ojos violáceos. Tenían un brillo especial. Estaban llenos de luz…llenos de vida. Entonces cerré los ojos y lo único que sentí fue como una suave textura de sabor ya conocido se posaba en mis labios. Nos fundimos en un beso. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y las piernas me flaqueaban. El me sostuvo con ambos brazos por mis hombros, mientras mis manos se apoyaban en su escultural pecho. La temperatura me subió y sin embargo a la vez no podía dejar de temblar. Jonathan se separó.
-¿creíste alguna vez que íbamos a acabar así el primer día del curso?- sonrió mientras su nariz rozaba la mía
-Jamás…con lo que te he odiado…- ambos dos sonreímos y nos proponíamos a besarnos de nuevo cuando la puerta se abrió escandalosamente. Al girarnos vimos allí a Lord Henry.

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